Turismos indeseados

No es coincidencia que, a raíz del escándalo provocado por la mala conducta de los agentes estadounidenses de seguridad encargados de preparar la llegada del presidente Obama a Colombia, Cartagena aparezca en la primera página de los diarios y noticieros del mundo como centro de turismo sexual. "La prostitución es legal en Colombia y es una gran atracción en este caluroso puerto caribeño, donde el sexo es tan fácil de comprar como una lata de cerveza", es la descripción del Huffington Post, difundida por todas las redes de Internet. El propio alcalde de Cartagena, Campo Elías Terán, es citado en el artículo diciendo que la prostitución "no molesta a nadie" y que "aquí eso es normal". En Cartagena, como lo explica otro funcionario citado en otro de los muchos artículos aparecidos en los últimos días aquí en Europa, la prostitución es parte de la experiencia turística en la ciudad. En las playas de La Heroica, reportan los diarios del mundo, vendedores ambulantes "ofrecen de todo. Desde ceviche de camarones hasta los más variados servicios sexuales". La BBC describe a Cartagena como el nuevo "imán para turismo sexual" y la compara con La Habana antes de la revolución, cuando era conocida como "el gran prostíbulo" para los norteamericanos. El artículo, igualmente, explica que el comercio sexual cartagenero "viene en muchas formas, desde pobres mujeres desesperadas que se venden por 20 dólares en moteles mugrientos cerca del terminal de buses, hasta call girls o prepagos que tienen sus propios apartamentos y cobran de 500 a 1.000 o más dólares". Por muchos esfuerzos que se están haciendo para detenerlo, el escándalo continuará por más tiempo porque tiene serias, embarazosas y preocupantes implicaciones tanto para los cuerpos de seguridad de los Estados Unidos como para Colombia y lo que ocurre con su "perla del Caribe". Los senadores republicanos levantan la voz y piden investigaciones y cabezas. La senadora Susan Collins pregunta si las mujeres con los agentes "podrían ser miembros de grupos hostiles a los Estados Unidos". "¿Podrían haber plantado aparatos de vigilancia, intervenido armamento o amenazado la seguridad de nuestro presidente?" La esperanza es que el furor alrededor del incidente provoque acciones institucionales para tratar de devolverle dignidad a Cartagena y una imagen menos manchada. Es lo que está haciendo, por ejemplo, el gobierno de Holanda en un intento por controlar otro de esos tipos de turismo difícil de definir. Se trata del turismo de drogas. Millones de turistas, sobre todo jóvenes, van anualmente a Holanda y particularmente a Ámsterdam, la capital, no solo para ver la única arquitectura, los bellos canales y excelentes museos, sino para explorar los internacionalmente conocidos coffeeshops, donde pueden comprar marihuana en porciones menores y fumar legalmente. El nuevo gobierno conservador quiere terminar con ese turismo, a pesar de la protesta vehemente de los partidos opositores, de movimientos cívicos que defienden derechos ciudadanos y del enorme impacto que las medidas tendrán en las economías local y nacional. La primera acción oficial fue prohibir la venta de marihuana a los extranjeros en todo el país, excepto en Ámsterdam, donde el gobierno local se opone y los dueños de los coffeeshops han logrado ejercer suficiente presión para que las medidas sean postpuestas por ahora. Pero si el gobierno del primer ministro Mark Rutte consigue lo que se ha propuesto, esa resistencia es de corta duración. El plan oficial para Ámsterdam ha comenzado con una primera fase de medidas restrictivas y condiciones de venta en los coffeeshops, que irán incrementándose hasta conseguir la eliminación total del turismo de drogas para el fin de este año. Si Holanda puede terminar con el turismo de drogas,¿por qué no Colombia con el turismo sexual?

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